Roma en 4 días

Roma fue la ciudad que elegimos para hacer nuestro primer viaje en avión con Leo, tenía diez meses y nos demostró que se puede viajar con peques a cualquier edad; todo es cuestión de planificación previa e improvisación en el destino.

Día 1: Trastevere

El primer día nada más aterrizar en la ciudad, nos dirigimos a Trastevere, el barrio donde habíamos reservado nuestro apartamento Guest House Trastevere, aunque aquí encontraras sin problemas todo tipo de apartamentos en plataformas como Airbnb.

Elegimos este barrio para alojarnos por dos razones: por su localización, ya que desde el Trastevere se puede ir andando a prácticamente todos los puntos de interés que hay repartidos por la ciudad, y por el encanto bohemio que desprenden sus rincones y calles llenas de vida.

Este primer día en la ciudad nos dedicamos a explorar con calma «nuestro barrio»; sus calles, sus plazas, donde desayunar rico por las mañanas, la frutería, la farmacia y todas esas cosas que siempre te gusta tener localizadas cuando viajas con un bebé.

Nuestra primera experiencia gastronómica en Roma fue el restaurante Ombre Rosse, donde probamos «las pinsas», ( base de pizza al horno de piedra donde todos sus ingredientes van en crudo) Si hay algo por lo que especialmente disfrute este viaje fue por la comida. ¡ Que rico estaba todo!.

Con Leo el tema de la alimentación lo llevamos especialmente bien, como hacía BLW desde los seis meses comió prácticamente lo mismo que nosotros: pizzas, focaccias y mucha pasta. Por las noches, le hacíamos alguna crema de verduras en el apartamento o comprábamos pan, embutido y quesos típicos italianos y nos montábamos un rico tentempié en cinco minutos.

Al atardecer, terminamos el día dando un largo paseo a lo largo del río Tiber, con el que conseguimos dormir a Leo en su carrito. ¡Viva la infalible calzada romana!.

Día 2: recorrido por el centro histórico

El segundo día cruzamos al otro lado del río para iniciar el recorrido «obligatorio» del centro histórico de Roma. Empezando por Campo di fiori y siguiendo por Piazza Navonna, el Panteon D’Agrippa, la Fontana di Trevi y por último, la Piazza d’Espagna. Todo este recorrido, el cual esta señalizado de forma muy intuitiva, nos ocupó toda la mañana, ya que lo hicimos tranquilamente, haciendo parada en algunas jugueterías típicas, como la tienda oficial de Pinocho, donde compramos una marioneta de recuerdo para Leo.

También hubo tiempo para degustar los ricos gelatos italianos, era la primera vez que Leo los probaba y como era de esperar, ¡le encantaron!.

A la hora de comer, volvimos al Trastevere, para así después acercarnos al apartamento a dormir la siesta y descansar de la ajetreada mañana. En esta ocasión nos pusimos las botas degustando varios tipos de pasta servidas en sarten, que estaban deliciosas. Muy recomendable el restaurante Tonnarello. ( Aún me acuerdo de su pan de focaccia con romero, ¡indescriptible!)

Día 3: coliseo, foro romano e inmediaciones

Los grandes pesos pesados de la ciudad los dejamos para el tercer día. Como fuimos en el mes de febrero, no encontramos muchísimos turistas y conseguimos comprar las entradas allí mismo, sin hacer nada de cola. Aunque por supuesto, es más recomendable cogerlas por adelantado, por lo que pueda pasar.

La entrada incluye el coliseo y el foro romano. Fue una grata sorpresa descubrir que podíamos visitar el coliseo con el carrito de Leo, ya que el monumento esta adaptado para personas con movilidad reducida y dispone de rampas y ascensores para acceder a los distintos niveles. Aun así, nosotros cuando viajamos siempre llevamos encima la mochila de porteo, ya que resulta de muchísima utilidad.

Después del recorrido de aproximadamente 3 horas, nos fuimos a una de las pizzerias más reconocidas y premiadas de la ciudad, la pizzeria Baffetto , que se encuentra muy cerquita de la Piazza Navonna. Este restaurante siempre suele estar abarrotado de gente, pero nosotros como llegamos sobre la una del medio día, no tuvimos problema en encontrar mesa.

Por la tarde estuvimos paseando y descubriendo los miles de monumentos y ruinas romanas que hay repartidas por la ciudad, el teatro romano y la famosa  bocca della verità. 

Día 4: Ciudad del Vaticano y Castillo de Sant’Angelo

El ultimo día volvimos a hacer el recorrido del río Tiber de una punta a la otra, parando en isla tiberina y llegando hasta la ciudad del Vaticano, al cual no entramos porque consideramos que era una visita muy larga, (de 3 horas mínimo) para hacer con un bebé de diez meses bastante inquieto. Así que lo dejamos pendiente para una próxima visita.

Nuestra ultima tarde la pasamos paseando tranquilamente, de hecho Leo nos regaló aquí ¡sus primeros pasos!. También aprovechamos para comprar productos locales para llevarnos de vuelta a casa.

Para terminar la escapada de forma redonda, la ultima noche estuvimos cenando y tomando unos vinos en la Prosciutteria donde nos despedimos de la ciudad por todo lo alto. ¡ Hasta pronto Bella Roma!