7 enseñanzas vitales de la maternidad

Dentro de muy poquito se va a cumplir mi cuarto año como madre y como ya viene siendo habitual, cada vez que se acerca la fecha de mi «renacimiento» personal, la reflexión y la nostalgia se apoderan de mi.

Hoy quiero hacer un repaso de las enseñanzas y aprendizajes más importantes que ha traído la maternidad a mi vida.

 «ENTIENDE QUE TODO PASA, TODO CAMBIA Y TODO LLEGA»

7 ENSEÑANZAS VITALES DE LA MATERNIDAD

1. La maternidad me ha enseñado a ser más paciente y tolerante

Antes de ser madre, la paciencia no era precisamente una de mis aptitudes más destacables y a día de hoy he mejorado mucho en este aspecto. No me malinterpretéis, no quiero decir que la paciencia aparece de forma instantánea en el mismo momento en que te conviertes en madre. Pero a base de prueba y error, yo he conseguido convertir mi impaciencia en tolerancia y he aprendido a dejar fluir más, no solo las situaciones, sino también a nosotres mismes. Para mi ha sido clave el rebajar el nivel de exigencia, dejar a un lado las expectativas y centrarme solo en lo que realmente importa.

2. A descubrir el amor incondicional y sin medidas

Si lo se. Es completamente un cliché. Pero esto es tan real como el cambio climático. Seguramente habéis leído esa frase que dice: «ser madre es tener el corazón fuera del cuerpo» 

Pues así realmente es como siento yo este amor. Es amar sin esperar nada a cambio. Es amor animal y salvaje. Sin limites y sin medida.

3. A querer ser mejor persona y a poner los valores en el centro

Esta claro que el querer ser mejor persona y creer en un mundo mejor, va en función de las aspiraciones personales de cada une. Pero yo si que he notado una especie de revolución tras la maternidad, que me invita a luchar más activamente por aquello en lo que creo que se ha de mejorar o cambiar. Y además, ha nacido en mi la necesidad de querer convertir mis luchas individuales en luchas colectivas, invitando a mi al rededor a reflexionar y/o querer mejorar.

4. A permitirse fallar y ser vulnerable

Si hay algo que si que viene como un pan debajo del brazo, conjuntamente con la maternidad, es el sentimiento de culpa. Sentimos culpa por casi todo. Esta culpa viene, casi siempre, dada por el incumplimiento de nuestras expectativas o de las expectativas del entorno.

Realmente empece a vivir de forma plena mi maternidad, cuando dejé de lado la dichosa culpa y entendí que hay que permitirse fallar, que de los fallos se aprende mucho y que podemos mostrarnos débiles y vulnerables, porque sentirse así, no nos convierte ni en madres débiles, ni vulnerables. Nos convierte en valientes.

5. A querer más mi cuerpo y a mi misma en general

La gran revolución interna que hice como mujer, fue empezar a observar mi cuerpo, sus cambios y su evolución, de forma consciente y maravillada. Ese cuerpo que se redondeaba formando una figura perfecta, volviéndose elástico, duro y después otra vez blando. Ese, mi cuerpo, que se ha partido en dos, literalmente, para traer con una fuerza (diría que cósmica) a mi hijo al mundo, se merece que lo trate con respeto y admiración.

6. A conocer lo que es realmente el miedo

Este aprendizaje, es de largo, el que menos me ha gustado experimentar tras la maternidad. Ese miedo irracional a la perdida. A la marcha. A cualquier cosa que nos pueda separar… Un miedo al que no le puedo (ni quiero) poner muchas palabras, pero esta ahí. Y no se marcha tan fácilmente.

7. A convertirnos en familia

Mi aprendizaje favorito ha sido este, el camino recorrido para pasar de ser dos, a ser tres y sentirnos llenos de plenitud y agradecimiento. Esta transición es un cambio muy grande; (no digo que el cambio sea ni a mejor, ni a peor) cada familia lo experimenta de una manera diferente. A nosotres, nos ha hecho crecer y estoy muy agradecida por ello. 😉

¡Hasta la próxima!

Un abrazo,

Fotografías de Joaquín Ruíz Photography